Por Daysi Flores
El silencio se apoderó de las palabras. El día se oscureció.
Los latidos del corazón se aceleraron al escuchar las palabras Golpe y Estado:
juntas. Hace 3 años ya, y todo permanece en el alma como si fuera ayer. El Golpe
de Estado cambió nuestras vidas para siempre. Aprendimos a golpes el significado
de palabras como toque de queda, represión, muerte, caos, bombas lacrimógenas,
toletes... supimos a golpes para qué sirven las fuerzas armadas, sus tanques, sus
aviones y helicópteros. Nos rociaron los cuerpos con químicos de color naranja
y con leyes de color fundamentalista. Arremetieron contra nuestros recursos de existencia
vorazmente con odio y saña. Nos persiguieron por salir a las calles a reclamar
lo que nos pertenece… Nos siguen persiguiendo y cazando. Nos siguen asesinando
y acechando en las calles. Los militares están por todas partes: en las
escuelas, en el cine, en el teatro, en las calles, en el barrio, en las
universidades, en los bosques, en las playas… En todos lados. Hemos sido
ocupadas y encerradas por el horror nacional y extranjero disfrazado de
“seguridad” que acribilla impunemente a quien se ponga en su camino. En esta
ocupación saquean nuestros recursos y violentan nuestras soberanías
convirtiendo nuestro territorio en Chárters, disponibles al capital transnacional.
Nuestro antes débil e incompleto Estado funciona ahora
solamente para la oligarquía que regala a pedacitos nuestro país.
Tardaron tres años para hacerlo de nuevo, y el filo del
Golpe de este junio del 2012 habitó las mejillas de Paraguay. Nuevamente
sacaron a un presidente en otra burda mofa llamada por los expertos lavadores
de Golpes “destitución”. Aquí, hace tres años, le llamaron “sucesión” ¿Cómo
llamaran al siguiente?
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