Por Alda Facio
Noviembre 15, 2011
Hace
unos pocos días leí en Democracy Now la siguiente noticia:
En otras noticias de “Occupy”, activistas
de Nueva York erigieron una
carpa sólo para mujeres tras denuncias de agresiones sexuales
en su campamento
de Lower Manhattan.Alex Borders, de “Occupy Wall Street”, expresó: "Muchas mujeres sintieron lesionados sus derechos, al punto de que estaban en el campus y había gente que invadía sus espacios en las carpas y cosas como esas, por eso establecieron la carpa sólo para mujeres. Tenemos seguridad las 24 horas que patrulla el campamento".
Nan Terri, de “Occupy Wall Street”, dijo: "En este momento, [la carpa] alberga a veinte personas, pero una vez que la organicemos, van a caber más. Por eso tengo los guantes puestos, porque voy a limpiar. Pero mi idea es conseguir más carpas para las mujeres. Estoy tratando de conseguir una carpa de 80 × 80 o de 60 × 60 para poner del otro lado y preservar la seguridad de las mujeres".
No sé si me enojó más la forma como publicó Democracy Now la noticia o la noticia en sí. Pareciera que el hostigamiento y hasta violación sexual contra las mujeres es un acto tan normalizado que lo que constituyó un evento digno de noticia no era que de entre un grupo de manifestantes contra la violación de los derechos humanos más esenciales del 99% de la población del mundo, hubiera unos violadores de los cuerpos de las mujeres. No, esa no era noticia porque violar los cuerpos de las mujeres pareciera que se considera consubstancial con ser hombre, ya sea del 1% de la élite o del 99% de los indignados. Lo único que era noticia era que unas mujeres establecieron una carpa sólo para mujeres para protegerse del hostigamiento. Así de simple, como si la necesidad de establecer una carpa sólo para mujeres fuera tan ineludible como establecer una carpas para protegerse de la lluvia o unas rampas para permitir el acceso de las personas que utilizan sillas de rueda o como tener traducción con lenguaje de señas para incluir a personas no oyentes.
Pero lo que más me entristece y frustra es que las propias mujeres nos quedemos calladas ante estas violaciones a nuestros cuerpos para no desprestigiar a un movimiento que está contra el pillaje y violación de la madre tierra y de los derechos económicos, sociales y culturales de las grandes mayorías. Lo que más me indigna es que no he visto u oído a ningún hombre solidario hacer un llamado para que no se violen los cuerpos de las mujeres en Occupy Wall Street o en cualquier otro lugar. Lo que más me desespera es saber que si el movimiento Occupy o cualquier otro movimiento por la justicia social lograran su cometido, los cuerpos de las mujeres seguirían violándose porque estas violaciones no son parte de lo que se pretende transformar. Y más me desespero cuando leo que hay más de un billón de mujeres violadas en el mundo, que siguen las violaciones sexuales en el Congo o Guatemala por nombrar dos de los muchos países donde las violaciones se han vuelto cotidianas, o cuando me dicen que la pornografía es libertad de expresión y la prostitución es un trabajo como cualquier otro.
Estoy cansada de que sólo se denuncien las violaciones a los cuerpos de las mujeres cuando las cometen hombres que son miembros de los grupos armados enemigos o de los grupos contra quienes luchamos pero cuando son cometidos por nuestros hermanos de lucha, entonces sentimos que mejor es callar. Y nos quedamos calladas ya sea porque pensamos que el movimiento anti-capitalista, imperialista, neoliberal, colonialista, racista, contra la corrupción, impunidad o anti cualquiera de las cosas contra las que luchamos, es más importante que nuestros cuerpos o porque sabemos que denunciar a nuestros hermanos de lucha se considerará una traición, tanto por nuestros hermanos como por las otras mujeres.
Hasta cuándo vamos a comprender que quienes traicionan al movimiento son los que violan los cuerpos de las mujeres, no quienes denunciamos estas atrocidades. Hasta cuándo vamos a entender todas las personas que luchamos por la justicia social que si no eliminamos de raíz la idea que subyace a las millones de violaciones a los cuerpos de las mujeres, es decir, la idea de que los cuerpos de las mujeres son mercancías u objetos que se pueden comprar o simplemente tomar a la fuerza, no se podrá nunca jamás eliminar la mentalidad que permite y justifica los golpes de estado, las guerras, la corrupción, el pillaje de la madre tierra, sus aguas, ríos y bosques así como el robo por parte del 1% de la población del mundo, del 99% de su riqueza. Mientras creamos que es natural que algunos hombres tomen por la fuerza a algunas mujeres, ¿por qué vamos a creer que podremos lograr que algunos hombres no tomen por la fuerza todo lo que se les antoje?
Reflexiones que no puede faltar!!
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