Karla Lara
La gente de a pié la semana pasada estaba en Tocoa, nos encontramos para hablar sobre los derechos humanos… hey, hay alguien afuera? Las niñas y los niños en el Bajo Aguán crecen pensando que la muerte es un arrebato normal, las mujeres en el Bajo Aguán tienen ganas de contarnos sus historias de sobrevivencia. Hey, hay alguien afuera? Los hombres en el Bajo Aguán tienen miedo y por eso tienen fuerza y lloran por tanta ausencia, la gente en Honduras tiene el luto atravesado, deambulan las armas y se nos meten en el cotidiano, hey, hay alguien afuera? Hay viudas con once hijos que ahora además de hacer el trabajo de la casa tienen que hacer el trabajo de la finca para su empresa asociativa, hey, hay alguien afuera? Las mujeres en el Bajo Aguán hacen posta de vigilancia como los hombres, pero los hombres todavía no hacen comida como las mujeres.
Pareciera que nadie escucha, que estamos viviendo un paralelo, ese que parodia la Prosilapia Ventura en el NotiNada desde el país donde no pasa nada, que hay un mundo que no se levanta tan temprano, va de compras a los moles, atados a sus blackberrys sin tener conciencia de la enorme bola que les ata no de los pies, sino de la cabeza, como los esclavos del sistema en que voluntariamente se han convertido, en la misma secuencia de tiempo rueda otro mundo, ese si madruga y no se les cumple el dicho y siguen esperando la ayuda viendo para arriba, lastimosamente también gastan buena parte de su pírrico presupuesto en recargas de alguna compañía de celulares y sin entenderlo también reproducen el sistema en baja escala, compran los churros que fabrica quien les manda a matar y almuerzan las sopas instantáneas de ese mismo asesino.