Recibí tres propuestas a cargos
de elección popular por parte de tres movimientos diferentes de Libre, uno para
suplencia de Diputación y dos para Vicealcaldesa, intentado escapar, propuse
que la Alcaldesa fuese yo y el otro candidato el Vicealcalde, a la primera hubo
silencio y a la segunda aceptación inmediata. Responder implicaba un ejercicio
de reflexión, así que agradezco a las compañeras y compañeros que hicieron
tales ofertas y comparto con ustedes las reflexiones que me hicieron dar mi
respuesta desde este ejercicio, pensando que la propuesta parte del
reconocimiento a lo compartido en este tiempo de resistencia, pero al mismo
tiempo reconociendo lo acumulado en saberes y sentires desde el espacio
refundacional al que pertenezco.
SEDUCTOR… PODER
SEDUCTOR…
Karla Lara/ trabajadora del arte
y feminista
A las personas, es normal, nos
gusta mucho que nos acaricien el ego. Quién no se siente seducida por una
mirada que apruebe tu actuar, con un: “usted es tan importante en este proceso”,
o con una sonrisa que demuestre complicidad ante una posición determinada.
Es el Poder al final de cuentas
lo que te otorga la posibilidad ante tal seducción. Poder de convocar, poder en
la palabra, poder en tu cuerpo movilizado, expuesto -es cierto, pero autónomo
al fin-. Es poder -por ejemplo- lo que sienten nuestras amigas travestis cuando
desafían los esquemas homofóbicos con sus pocas ropas y con esos tacones que en
la vida podríamos manejar nosotras, mujeres y feministas que optamos por los
tenis, desafiando también los esquemas patriarcales que nos mandan a usarlos
para caber en su calificación de lo “femenino y lo bello”.
Es poder lo que andamos buscando
las personas, y somos muchas y muchos los que nos organizamos en esa búsqueda,
coordinamos tiempos, negociamos agendas, construimos propuestas, organizamos
encuentros, discutimos posiciones, cocinamos y comemos en cocinas colectivas,
defendemos nuestros recursos, emitimos comunicados, nos movilizamos en las
calles, escribimos poemas, hacemos plantones, pensamos consignas, las gritamos
y las dejamos escritas en las paredes… porque los medios corporativos quieren
invisibilizar nuestros descontentos y nuestras esperanzas, hacemos canciones, nos
organizamos junto a otras y otros, y vamos por la vida haciendo un trabajo de
hormiga que busca construir poder, ¿poder?... Sí, eso buscamos, construir el
poder, pero uno liberador, es decir, poder popular.
El poder de sentirnos seducidas
por la libertad, por ejemplo, de no cifrar nuestro valor en lo moderno que es
lo material que poseamos, o desechar no sentirme tan “in” porque mi abuela es
una indígena descalza de pañuelo fucsia en la cabeza; el poder de yo mujer,
enamorarme de otra mujer y pelear ante mi familia y la sociedad por defender
que eso es amor y no aberración y mal que se cura rezando; el poder de
movilizarme, yo pobladora de mi comunidad porque mi río está en venta, y tener
el valor de poner el cuerpo ante un soldado que me amenaza con su fusil; el
poder de distinguir que la inseguridad no es el problema, sino la causa de
tanta inequidad y falta de oportunidad para vivir dignas y dignos, es decir un
techo, tres tiempos, salud, agua, educación, esparcimiento, pocas cosas -
verdad?; el poder de la felicidad cuando leo un poema que me aguada los ojos,
porque sin que me conociera quién lo escribió me dejó retratada; el poder de
reclamar porque este sistema educativo ya no me ponga a repetir, sino a crear,
a soñar; el poder de sentir la felicidad en un paisaje verde, en una luna llena
grande y gordota y no en una telenovela que me ofrece una reproducción de desamor
violento y clasista; el poder de reconocer que hay otras espiritualidades y no
solo la religión monoteísta, entre otros miles de ejemplos.
Plantearnos entonces en esta
coyuntura de país que circula entre aspirar a un poder formal y construir un
poder real-liberador y viceversa, que se
vive de manera muy similar en otros países de América Latina, el poder de saber
elegir a quienes optan por posiciones de elección popular; porque en sus
promesas y dentro de las estructuras que les acogen les seduzcan esos poderes
que estamos construyendo desde otras formas organizadas, que no se llaman
partido político, pero que igual buscan ese poder que ya describimos, que puede
ser seductor. Claro, no es puro, pero a lo mejor coquetea menos con los
resquicios de un sistema caduco que ya no puede reinventarse desde adentro.
Es que si la humanidad entroniza
ese poder, sucumbiendo, por ejemplo, ante la
seducción del no consumo, aunque todo conspire y seduzca para que lo haga, hará
que quienes opten por ese otro poder, el de la formalidad del gobierno, no se
dejen caer en las “bondades” del poder probado hasta ahora, por una clase
privilegiada que ha hecho del poder, abuso y nunca servicio y jamás poder en
muchas manos, en muchas cabezas, en muchas emociones, en muchas actitudes,
preferencias, en muchas seducciones.
Quizás en Honduras, que sigue
siendo un referente de resistencia en América Latina, podamos construir poder
desde los espacios en que cada quién ha elegido hacerlo. La pregunta es si ¿efectivamente,
los mecanismos están otorgando el poder de elegir? y si cuando elijamos ¿tendremos
el poder para elegir? es decir, si elegiremos desde el poder que muchas y
muchos estamos comprometidas a construir individualmente en función de este
colectivo, que tenga un fiero compromiso contra el patriarcado capitalista y
refunde y deconstruya el destructor… poder seductor, que hasta ahora conocemos!